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Todo en esta vida tiene un principio y un fin. En la música esta máxima es mucho más patente: toda buena canción tiene que terminar en algún momento. Y todas las buenas bandas, tarde que temprano, deben decir adiós.
Así, la legendaria agrupación Black Sabbath se despide de los escenarios tras casi 50 años de existencia (no exentos de algunas pausas y altos en el camino), dejando un invaluable legado musical y el enorme mérito de que, tras su llegada; el universo musical se revolucionaría y no volvería a ser el mismo, además de haber engendrado un género musical -y un estilo de vida- el cual millones de personas profesan alrededor del mundo: el Heavy Metal. Ahora han decidido retirarse no sin antes realizar una última gira internacional denominada apropiadamente como The End. Y sería el Foro Sol el recinto que ayer tendría el privilegio de albergar a la banda por última vez.
Horas previas al inicio del concierto -y después de una pertinaz lluvia que afortunadamente cesó un rato antes- miles de personas comenzaron a llegar a las inmediaciones de ese recinto y del Palacio de los deportes, para conseguir un buen lugar desde donde despedir a estos ídolos de varias generaciones, las cuales dicho sea de paso se dieron cita esa noche. Desde adultos entre cuarenta y sesenta años hasta jovencitos quinceañeros e inclusive algunos niños pudieron verse deambulando de un lado a otro.
El show daría inicio a las 20:30 horas en punto, cuando la agrupación Rival Sons apareciera en escena, para intentar calentar los ánimos de un público mojado y con frío por el meteoro previo. Y lo consiguieron ejecutando un contagioso hard/heavy/blues rock que logró enganchar con los allí presentes. Tras un set de 40 minutos, el vocalista agradecería en español y tocarían un par de piezas más antes de retirarse.
A las 21:38 horas sería el comienzo del fin. Y en unas enormes pantallas dispuestas sobre el escenario, podríamos ver una animación en la que de un enorme huevo -muy parecido al de los Aliens del universo cinematográfico-, surgiría un enorme demonio precediendo al cuarteto estelar. Todo esto, enmarcado por un estallido de gritos y exclamaciones de la asistencia.
El grupo integrado por -el siempre polémico- Ozzy Osbourne en las vocales; Tony Iommi en la guitarra, Geezer Butler en el bajo y Tommy Clufetos en la batería subiría al escenario ataviados de ropa negra y cruces. Más adelante, este último se despojaría de su playera oscura para lucir sus tatuajes. Arrancarían con el tema que da nombre al grupo (y a su primer álbum lanzado el 13 de febrero de 1970) Black Sabbath, y desde luego el respetable estallaría en júbilo y gritos de euforia.
En este punto cabe señalar que el set preparado para esa noche estuvo compuesto en su totalidad por una selección de algunas de sus composiciones emblemáticas de su etapa temprana con Ozzy, para justamente revivir la nostalgia, y viajar en el tiempo hasta esos primeros años de discos como el ya mencionado álbum debut; Paranoid (también del 70), Master of Reality (1971); Black Sabbath Vol. 4 (1972) y Technical Ecstasy (1976).
Posteriormente la banda arremetería con Fairies Wear Boots seguida de After Forever. En ese punto Ozzy se dirigió al publico para preguntarle como se la estaban pasando, y como respuesta le llegó una oleada de vítores y animados chiflidos. Tras esto, anunciaría que continuarían con Into the Void; y más tarde con Snowblind.
Para esos momentos la audiencia ya se había olvidado del frío, la humedad y todas las calamidades por las que había pasado para estar allí esa noche, y se encontraba compenetrada con la banda, lo cual sería evidente cuando Osbourne les pidió que lo acompañaran a cantar el siguiente tema precedido de alarmas de bombardeo: War Pigs, con el cual todas las voces se hicieron una para corearla, y una sacudida se hizo sentir por las gradas del foro: eran más de 60 mil almas saltando, sacudiendo los brazos, pataleando y gritando al compás de la voz de Ozzy y los inconfundibles riffs de Iommi.
Al concluir esta canción, el vocalista procedería a presentar al personal, y anunciaría que tocarían algo más de su primer disco, Behind The Wall of Sleep, y en las pantallas se podía ver una pared hecha de ojos vivaces -en lugar de ladrillos- durante su ejecución. Después se escucharían las primeras notas del bajo de N.I.B. y de ahí continuarían con Rat Salad, tras la cual la mayoría de la banda se tomaría un pequeño respiro, dejándonos en compañía de Tommy Clufetos, quien ejecutaría un solo de batería de siete minutos, ligándolo con otro de los himnos de la banda: Iron Man, donde podíamos ver a los músicos en pantalla siendo rodeados por llamas y lenguas de fuego, que no hacían sino reflejar la propia prendidez de la audiencia.
“God bless you Mexico” exclamaría Ozzy momentos antes de anunciar Dirty Women, y al concluir la misma informó que tocarían un tema más: Children of the Grave. “Hemos tenido mucha diversión esta noche” diría dirigiéndose a los que se hallaban frente al escenario, antes de brindar el encore de esa noche, un símbolo de la banda y el más conocido por propios y extraños: Paranoid.
Al terminar la última canción, y tras una reverencia de los miembros del grupo, estos se retirarían mientras en las pantallas podían leerse un par de palabras: The End. Se escucharía una última carcajada de Ozzy y eso sería todo. El final había llegado y después se vino el silencio, interrumpido por música del audio local para acompañar la retirada del publico hacia sus hogares, tras haber presenciado un concierto que ya es histórico.